sábado, 29 de junio de 2013

FAMILIA


Cuando tuve que volver a Huelva, a un segundo año de carrera, y a veces me derrumbaba cuando recordaba a mi abuelo y el proceso del duelo me superaba....


""Hoy necesité una caricia suya. Recordé el tacto de sus manos y su coraje con que le tocaran las uñas. Recordé el gesto de calzarse los tacones y la hora de la elección de sus vestidos coloridos que desde hacía un tiempo lucían tanto en su cuerpo. Gozaba de clase y llenaba mi casa de ese toque femenino que solo daba ella. Digo recordé porque ahora el negro ocupa su rostro, prima en su armario y ha inundado nuestras vidas. Quizás sea un signo de dolor, pero bastante tenemos ya con sufrirlo como para demostrarlo. Pero como ella me dijo para cerrarme la boca: " José Carlos, las cosas hay que hacerlas bien antes y después; por supuesto que hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos antes, que es lo importante...

Hay que saber respetar, y en esos momentos, y a lo largo de la vida de uno, el respeto se vuelve virtud.



Que tu abuela te diga llena de dolor que lo último que pronunció tu abuelo hablando entre sueños fue tu nombre y que jamás volverá a hablar más, es algo que perturba de por vida, y que hace que cada día que despierte y vea su foto tenga más fuerzas para ponerme la bata blanca que me confiere una responsabilidad. ""

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